Por mucho que haya aumentado la
esperanza de vida en esta parte del mundo, por mucho que se haya alargado la
adolescencia y juventud, por mucho que nos queramos convencer de que los 40 de
ahora son los 30 de antes, los 50 los 40 y así…Llega un momento en que uno se
encuentra en esa edad en que sabe que se ha convertido en sus padres. Incluso
aunque actúe y piense diferente. La genética está ahí y los años hacen que
aflore el parecido porque tienen la crueldad de ir arrebatando poco a poco la
pátina de juventud y lozanía que enmascaraba la presencia de los ancestros.
Además, cuando se es más joven, el parecido es algo ajeno que ven los demás, o
que tú mismo intentas apreciar a través de las fotos en las que tus padres eran
unos jóvenes desconocidos. Pero, de pronto (porque la llegada de la madurez
siempre nos parece repentina) tú mismo te miras al espejo y ves en él a tu
padre, a tu madre. No los de las fotos, sino los que tú ya puedes recordar. Es
una edad en la que, si tienes hijos, inevitablemente se han convertido en quien
tú te recuerdas siendo, cuando braceabas para apartar los últimos rescoldos de
la niñez e intentabas hacerte valer como adulto, aunque aún necesitaras
desesperadamente a tus padres. Es un momento terrible y a la vez hermoso. De un
lado tus padres, vivan o no, mostrándote el camino que te espera, y de otro tus
hijos intentando ocupar el camino de donde vienes. Estos días son días de
fiesta en los institutos, los alumnos de último curso se nos van. Son la puesta
de largo de nuestros niños y los despedimos con honores porque nos sentimos
orgullosos de ellos. Los hemos visto madurar, hemos intentado encauzar su
rebeldía y les decimos adiós ahora que podríamos establecer con ellos una
relación de adultos, hacerlos nuestros amigos. Este año no solo los despido
como profesora, también mi hijo cruza la frontera. Veo en su mayoría de edad el
vértigo de lo que deja y lo que espera, de lo que dejé y esperé, de lo que
intenté mostrarle y compruebo que ha asimilado con creces. Me encanta quien es,
no hubiera sido capaz de imaginar
alguien mejor, sé que puede caminar solo, pero sé también que hoy despedimos su
infancia. Se quema una etapa más.
Enhorabuena!!!
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