sábado, 25 de junio de 2022

Estoy profesora

 

Debe de ser una deformación propia de filóloga, pero a veces me quedo atascada en reflexiones sobre la lengua que me rondan con carácter cíclico. Una de ellas es la diferencia en español entre ser y estar. Cuando alguien quiere aprender nuestra lengua se le explica que ser describe la característica esencial de una persona o cosa que normalmente es permanente; estar, sin embargo, habla de su estado. Así, “es una personao “es un león” vendría a decir que lo es toda su vida, hasta la muerte, pero “está alegre o feliz o triste” señala que es una circunstancia solo temporal porque ese estado suele cambiar de una manera bastante fácil.

Claro, hasta ahí todo bien, pero mis dudas vienen cuando usamos el verbo ser para explicar de alguien que “es una niña o un adulto o un anciano”, sin ir más lejos. No es permanente la niñez ni la madurez ni la vejez. Transitamos por ellas dejando en cada etapa parte de nosotros hasta el punto de que, cuando llegamos a una edad avanzada, es difícil reconocer en la persona cansada, gastada y apagada por el paso del tiempo su sentido de la curiosidad, el afán por agradar o la risa fácil que tuvo en la infancia, por ejemplo. Entonces ¿soy una niña, una adolescente, una anciana o más bien estoy vieja, joven, madura?

Y con las profesiones me ocurre igual, no sé si es que entendemos que imprimen carácter (recuerden “señal espiritual que queda como efecto de un reconocimiento o una experiencia importantes, como en la religión católica la dejada por los sacramentos del bautismo, confirmación, orden”, RAE dixit), pero ¿no sería más apropiado usar estoy en lugar de soy albañil, profesora, médico, pintor…? Sé que mi suegro aún tiene pesadillas con su etapa activa de tapicero, cuando sufría por la letras que había que pagar o no llegaba a tiempo en la entrega de un sofá. Sin embargo, no estoy segura de que siga siendo tapicero, como no lo estoy de cuánto de lo que hoy me define seguirá conmigo cuando la edad se encargue de borrar lo que hasta ahora creía mi esencia.

Buena parte de lo que creemos que somos está solo de paso. ¿Llevaba razón Eduardo Zambrano cuando escribía “a estas horas de la tarde puedo estar triste y ser feliz”?


sábado, 11 de junio de 2022

Claroscuro

 

Sigue adelante la primavera y el verano ya ha mandado varios anticipos de que espera con ganas a la vuelta de junio, amenazas de lo que puede llegar a ser este próximo estío que acecha y pide paso. Mientras, las celebraciones se han apretado y han ido buscando sitio en el calendario casi a codazos. Ferias, bodas, comuniones, Rocío, carnaval, cumpleaños, escapadas, graduaciones, Monkey weekend, mercado medieval… Podría parecer que todo debe estar resuelto el 30 de junio, aunque esta tal vez sea una percepción escolar deformada por la premura de cerrar el curso y de dejar bien atados todos los hilos académicos y burocráticos a los que hay que hacer frente.

Sin embargo, más allá de las ganas de celebrar, sigue lloviendo. Cada noticia que llega de Ucrania; cada anuncio de subida de precios; cada declaración de la clase política en medio de su perenne campaña electoral; la tímida celebración del 5 de junio, Día mundial del medioambiente, cuando deberíamos estar buscando soluciones sostenibles; el goteo constante y terrible de víctimas de violencia de género... son tormentas a destiempo que descargan su furia llevándose por delante la cosecha cuando empezaba a brotar.

No sé si les pasa, pero hay días en los que por mucho que luzca el sol, no ilumina lo suficiente como para tapar la tristeza de las vidas que se apagan; la desilusión de los amores no correspondidos; la frustración de los consejos olvidados o, simplemente, la constatación de que entre las nuevas generaciones algo ha ocurrido en los últimos años para que parezcan creer que lo merecen todo, que quien se equivoca siempre eres tú, que dar las gracias se ha pasado de moda…

Voy a girar el enfoque. Este sábado no se merece pasar desapercibido. Estoy segura de que hay espacio para la esperanza. Que tengan buena búsqueda y buena semana.