Tratar de vivir con un
pensamiento crítico y educar en él a los hijos propios y ajenos no siempre es
fácil. Se observan momentos de decaimiento cuando transitar por un camino
diferente a la masa, tiene más baches y piedras sueltas de la cuenta. Se corre
el riesgo de parecer obsesionado si se insiste demasiado en cuidar el planeta,
comer sano, buscar energías renovables, no contaminar en exceso, no malgastar
los recursos naturales, no pasar el tiempo libre tirado en un sofá móvil en mano,
escuchar música más allá del reggaetón, seguir un deporte al margen del fútbol,
comprar productos del entorno, hacerlo en tiendas de comercio local que no
vendan solo productos fabricados en China, defender la igualdad de género…A
veces es agotador, y lo es porque la lucha es desigual. Los ayuntamientos dan
facilidades a las grandes superficies para que se instalen en sus localidades,
las noticias televisivas y los periódicos se centran en el fútbol, los
productos que venden en los chinos son infinitamente más baratos, las empresas
siguen de espaldas a la conciliación familiar haciendo así que solo haya tiempo
para comer cualquier cosa, de cualquier manera, a cualquier hora, los medios
siguen enviando mensajes machistas a todas horas… Los jóvenes no quieren sentirse
raros. Porque eso es lo que hacemos, inventar términos peyorativos para
descalificar y desactivar los comportamientos disidentes. Es el valor de la
palabra. Así, estos comportamientos quedan reducidos a conceptos ridículos
cuando se habla de madres eco friki,
mujeres feminazi, jóvenes perroflauta…Pero, de vez en cuando,
surgen iniciativas que, aunque no muy aireadas, van propiciando espacios para
el cambio. En el mundo de la tecnología están surgiendo startup sostenibles (dejo el término inglés a posta para revestirlo
de actualidad, of course) que tienen
como meta proteger el planeta y fomentar la inclusión social. Son iniciativas jóvenes
españolas que apuestan por energías renovables, fertilizantes naturales,
producción ecológica, uso de materiales que se reintegran en la naturaleza,
aplicaciones para personas con discapacidad visual o auditiva, incentivos para
usar la bicicleta… A lo mejor estamos a tiempo.
sábado, 24 de febrero de 2018
viernes, 9 de febrero de 2018
De esas
Sé que puede resultar cansino
leer a quien periódicamente parece fijarse en aspectos negativos de la
existencia. Corre una el riesgo de convertirse en una “enfadada” de la vida y
nada más lejos de la realidad. Me encanta sacarle partido a lo pequeño del día
a día, que es lo que en definitiva puede construir algo cercano a la felicidad.
Dicho esto, estoy ante la página en blanco y, aunque me gustaría escribir sobre
algo más alegre, insustancial, no sé…, ligero, reconozco que desde primera hora
de la mañana, mientras me vestía escuchando la radio, se me quedaron
enganchados dos anuncios publicitarios que me pusieron de mal humor. El
primero, de unos conocidos grandes almacenes, decía algo así como “que no te
engañe, tu pareja también es de esas”. Resulta que el anuncio era para incentivar las
compras por el día de los enamorados y venía a decir que, por mucho que una
mujer le quite importancia a esta fecha, ella también quiere recibir un regalo.
El segundo anuncio resaltaba la dureza de ser padre y a continuación planteaba
“¿te has preguntado si ser padre compensa?” La respuesta, claro, es el sorteo
extra del día del padre porque, por lo visto, si te toca, compensa. Sé que los
dos anuncios parecen ingenuos y a lo mejor podría dejarlos pasar, pero me
enfada esa tendencia a la uniformidad lanzada una y otra vez desde los medios
mayoritarios porque, por supuesto que uno puede ser disidente del pensamiento
único, sobre todo cuando se alcanza cierta edad o si se crece en un entorno especial que favorezca la crítica,
pero para la mayoría de la población, sobre todo la gente joven que está en
proceso de formación, el relanzamiento de estos tópicos va asentando como
verdades, falacias de las que es difícil escapar. Ni ser padre es un rosario de
sufrimientos, ni ser mujer implica tener arrebatos pseudorrománticos por San
Valentín. Estamos ante burdos mensajes que repiten unos papeles casposos. Es la
perversidad de la masa, que no surge de ella sino que es provocada y aireada
por quien tiene el poder, es decir, el dinero. Así que, perdón, pero otra vez
me ha salido un texto quisquilloso. Y, por cierto, no, ni yo ni muchas de las
mujeres que conozco, somos “de esas”.
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