sábado, 29 de julio de 2017

Mis acentos


Estoy lejos de casa, en un pueblo de Holanda llamado Loenen aan de Vecht. Es un lugar muy cerca de Amsterdam, de dimensiones diminutas, cuidado y verde. La zona tiene algo de irreal. No hay ruido, la gente se mueve en bicicleta, los jardines se confunden con la naturaleza... Todo parece ordenado, hasta los patos, ovejas, cisnes y aves zancudas que hay por doquier. Las cunetas son verdes. Hay mucha agua, canales, enormes macizos de hortensias, estanques cubiertos de nenúfares por donde quiera que mires. En la casa dispongo de un Appel conectado, claro, a internet.  Me dispongo a escribir la columna quincenal y a sortear los problemas de un ordenador configurado en Nederlands y en un sistema que desconozco. Es un reto. El teclado carece de acentos como el paisaje carece de puntos secos, de matojos quemados por el verano, de jornadas estables. El sol sale con fuerza muy temprano para dar paso enseguida a las nubes, la lluvia y otra vez el sol. Estar de paso permite adaptarse bien. No da tiempo a echar de menos nada e invita a divagar. Mis pensamientos, ahora sin acentos, me llevan a imaginar una ciudad ideal en la que colocar lo mejor de cada uno de los lugares que he visitado. De esta zona me quedo con la cultura, con la educación que permite que un festival de música convoque a cientos de personas de todas las edades llegadas en bicicleta a pasar la jornada escuchando conciertos bajo árboles centenarios.  Me quedo con las calles limpias, impensables las cacas de perro o los restos de bocadillos por los suelos. La libertad para vestir como quieras y llevar de la mano a quien te apetezca. Los carriles bici presentes en todas las ciudades, en todos los caminos y respetados por todos los conductores. Las actividades culturales, los museos. No cuesta nada imaginar y, realmente, cualquier ciudad mejoraría mucho con un centro dinámico, verde, cuidado, sin apenas coches, repleto de actividades culturales y de gente bien formada que se mueve en bicicleta. 
Reto casi cumplido. Texto sin acentos. Se resisten nenúfar, música, árbol, educación, dinámico, mejoraría. Parece un buen ejercicio de autoconocimiento, lo dejo aunque al final haya aprendido a acentuar. 

miércoles, 19 de julio de 2017

Contradicciones


Resultado de imagen de gaming ladiesEn Suecia se prepara un Festival de música para el verano de 2018 solo para mujeres.  No es la primera iniciativa, el año pasado Glastonbury (Reino Unido) contaba con escenarios solo para mujeres, The sisterhood. También se ha celebrado el primer “Gaming ladies”, solo para “gamers” femeninas. En París está siendo muy polémica la preparación de un festival, Nynsapo, que cuenta con talleres dirigidos exclusivamente a mujeres negras. Cada vez es más frecuente encontrar que, dentro de un Festival de música, exista un “safe-space” y ya es normal encontrar gimnasios donde no admiten hombres. Cuando leo y escucho estas iniciativas, me vienen tantas ideas contradictorias a la cabeza que me cuesta ordenarlas. Para empezar, me choca mucho que todos estos proyectos estén surgiendo en lugares del mundo donde se supone que la igualdad entre hombres y mujeres es un derecho reconocido por la ley. Hablamos de Reino Unido, Canadá, EEUU, Francia, Suecia, España… Además, surgen tras una larga batalla para conseguir que mujeres y hombres puedan estar codo con codo en las aulas de colegios y universidades, en espectáculos públicos, en las urnas… Hasta hace muy poco, el logro era haber conseguido precisamente lo contrario, espacios unisex. Y, sin embargo, parece que como medida reivindicativa tras las numerosas denuncias de agresiones sexuales y violaciones, se está volviendo a esta segregación. ¿Logro o retroceso? Entiendo que pueda tener su fuerza como llamada de atención, pero me cuesta aceptar que la única manera de mantener a las mujeres a salvo sea haciendo un corralito en el que poder protegerlas. Tiene algo de rendición, de paso atrás. Pero ahí siguen los datos de violaciones y agresiones en los Sanfermines, en los festivales de música o la suspensión de la segunda edición del “Gaming ladies” por el boicot de Forocoches. ¡Llegaron a amenazar con entrar disfrazados de mujeres para reventar las charlas al grito de “muerte al marichulo”! Se me cae el alma a los pies. Mi apuesta segura es, como siempre, la educación desde todos los ámbitos. Pero ¿y mientras tanto? No creo que los guetos sean una solución por mucho que también surgieran como medida de protección. La única aspiración posible es la diversidad basada en el respeto. Lástima que por ahora parezca una utopía.

sábado, 1 de julio de 2017

Felicidad espesa



“La felicidad es una decisión”, leo en facebook. Se ven a diario mensajes de este tipo con más o menos variaciones. La búsqueda de la felicidad a través de frases inteligentes a veces, sensibleras otras. La felicidad es una decisión, tal vez, que se pospone para cuando la realidad no ponga demasiados obstáculos para ser feliz. Pero “demasiados” es un determinante indefinido, es decir, no aclara cuántos obstáculos nos podemos permitir antes de exigir esa hipotética felicidad. Cuántos y de qué peso. Otra vez el relativismo. ¿Se puede ser  feliz a pesar de las dificultades económicas? ¿en un entorno de guerra? ¿a pesar de una grave enfermedad? ¿en soledad? ¿se puede no ser feliz a pesar de no padecer ninguno de los supuestos anteriores? El factor tiempo juega en contra. “La resignación es un suicidio cotidiano”, decía Balzac. Mientras aguardamos a que cambie el aire, los días, meses o años gastados son irrecuperables. No podemos esperar a que el tiempo lo cure todo. El tiempo pierde cosas, no las cura. Tampoco sé si es un mensaje trampa como los que circulaban durante lo peor de la crisis, frases de autoayuda que pretendían convencer al ciudadano de a pie de que la buena suerte estaba en sus manos. Encerraban un enorme engaño ya que poco se puede hacer por mejorar la suerte si el entorno se vuelve terriblemente desfavorable. El pensamiento positivo no es suficiente. De ahí a culpar a cada uno por su destino solo hay un paso: si la buena suerte es para el que la busca, se deduce que la mala también, ¿no? Entonces el parado es culpable de su despido, el desahuciado  de la usura de su banco, el enfermo de su enfermedad…  Así, al afectado se le despoja también del consuelo de sentirse comprendido, se le despoja de la solidaridad. Entre instalarse en “Los mundos de Yupi” y vivir con la conciencia alerta ante el sufrimiento propio o ajeno hay un abismo. Sin embargo, tengo la sospecha de que la clave de la felicidad está justo ahí, en construir un puente que, sin destruir el pensamiento crítico y lúcido, permita relativizar los problemas y saborear la vida a pesar de ellos. 

Un poco espeso para el primer sábado de julio. Será el calor.