sábado, 21 de abril de 2018

Claroscuros

Como tantas veces pasa, la realidad trae noticias que representan lo mejor y lo peor de nuestra especie. En esta ocasión me han llamado la atención dos hechos: el descubrimiento de una enzima y la creación de una aspiradora hecha con piezas de lego, que se maneja por control remoto. Me explico. Unos científicos han desarrollado una enzima que se alimenta de plástico y que puede usarse para combatir uno de los graves problemas de contaminación del mundo. Las ventajas son obvias ya que facilitaría el reciclaje de millones de toneladas de botellas hechas de PET, material que actualmente persiste durante cientos de años. Lo que me llama la atención es que la solución al problema de los plásticos esté en manos de un descubrimiento que los propios científicos han calificado de “accidental”, en lugar de que una legislación internacional acorde con la protección del medioambiente prohíba este tipo de material que, a todas luces, está degradando un bien común. En el caso de la aspiradora, lo singular es que está especialmente diseñada para recoger las piezas de lego que se quedan por el suelo. Sé lo ingenioso que resulta, valoro la generosidad de los inventores que, puesto que aún no va a comercializarse, han dejado en You Tube un tutorial mostrando paso a paso cómo hacerla, pero, como en el caso de la enzima, me sorprende la necesidad de crear tal artefacto. La solución puede ser más fácil: desde el enfoque colectivo, habría que exigir la retirada de materiales no biodegradables; desde el individual, parte del problema se solucionaría si nos educáramos en no dejar tirado lo que usamos, ya sea las piezas de lego en el suelo o las botellas de plástico en las playas. Quiero decir, ¿no nos estamos volviendo un poco locos buscando soluciones estrafalarias cuando todo podría ser más simple? Tanta sofisticación demuestra el ingenio y la capacidad de desarrollo del ser humano, pero también su torpeza e incompetencia para controlar lo que tan imaginativamente ha creado.

sábado, 7 de abril de 2018

En bicicleta y a pie

Leo que el deporte es salud, que en hospitales alemanes y austríacos se han instalado rocódromos, que montar en bici es un ejercicio saludable que puede salvarnos la vida. Sin embargo, en España la bicicleta sigue siendo un deporte de riesgo. El lunes pasado, sin ir más lejos, un amigo que iba al trabajo en este agradable medio de transporte, salió volando cuando un coche se saltó un ceda el paso y lo embistió. El choque pudo costarle la vida, aunque felizmente se saldó “solo” con huesos rotos y múltiples desollones. Y es que en España, los carriles bici son insuficientes, no completan los trayectos, la educación al volante no existe, el ciclista en la calzada es, por definición latina, un estorbo… Necesitamos cambiar mucho para aprovechar las bondades que nuestro clima, aliado de esta práctica deportiva, nos podría brindar. Estos meses de primavera todavía amable, lejos de los excesos del verano, podrían ser ideales para desplazarnos disfrutando de la luz y de las múltiples ventajas de un ejercicio practicado al aire libre. Albert Einstein, por ejemplo, era muy aficionado a la bicicleta. Confesaba que había concebido algunas de sus más influyentes ideas sobre la teoría de la relatividad mientras pedaleaba. Suya es la siguiente cita, extraída de una carta a su hijo: “La vida es como montar en bicicleta: para conservar el equilibrio, debes mantenerte en movimiento”. Me parece un hallazgo. La única forma de no caer es seguir pedaleando, la única forma de conservar el equilibrio, es no parar. No hacemos otra cosa que pedalear y sortear obstáculos, buscar una estabilidad que nos permita avanzar a pesar de. Y en eso estamos, pero así como mantener el equilibrio vital no siempre depende de ti por mucha buena voluntad que pongas, tampoco mantenerlo en la bicicleta es una labor individual, hace falta un apoyo institucional que adapte las infraestructuras para que esto no sea una actividad kamikaze, como hace falta que avancemos de una vez por todas en respetar los derechos del otro. Con bicicleta y sin ella. Ya está bien de atropellos.