sábado, 25 de julio de 2020

Más incoherencias


Es curioso cómo enfocamos el asunto de nuestra privacidad, la defendemos o regalamos según nos pille el aire. Una vez más, contradicciones. En España, por ejemplo, cubrimos las ventanas con persianas y cortinas, cerramos los jardines con tapias y andamos a vueltas con la protección de datos. De hecho, este fue uno de los problemas que hubo que sortear en el último trimestre escolar, cuando la enseñanza se hizo telemática y se planteó el uso de utilizar plataformas privadas para la comunicación con el alumnado. Sin embargo, no parece que nos escandalicemos por haber dejado que las multinacionales lo sepan todo de nosotros. El lunes pasado, sin ir más lejos, escuchaba en la radio al profesor Toscani, experto en Big data e Inteligencia artificial, cuando afirmaba que a partir de 68 likes en Facebook, ya se puede saber de cada persona su raza y orientaciones políticas, por ejemplo. La ciudadanía colabora voluntariamente en la recopilación de estos datos aunque no lo sepa (o sí, pero no lo considera preocupante). Damos likes, aceptamos cookies de rastreo, rellenamos formularios a cambio de usar “gratuitamente” una aplicación…
Si algún dato faltaba por entregar parece que se ha completado durante la pandemia, cuando se ha registrado cada interacción. Ya saben todo de nosotros como consumidores (y no solo, pero eso lo dejamos para otro día), ahora se gesta una nueva estrategia: la anticipación. Parece que el siguiente paso es tratar de adivinar qué nos apetecerá y enviarlo a casa. Amazon, compañía experta en “shop & ship” (compra y envío)  ya ha patentado el sistema “ship & shop”, es decir, envían productos a casa porque conocen los gustos del comprador y éste solo necesita confirmar que se lo queda. No quiero ser pesada, pero esta nueva estrategia multiplica la contaminación con los envíos individuales, aumenta el riesgo de desaparición del comercio local, redunda en empleo precario, insiste en recluir a la gente en su casa… Y, aún así, no tengo dudas de que tendrá éxito.
                Lo dicho, en casa con las cortinas echadas y las pantallas abiertas. ¡Qué poco seductor resulta el futuro que estamos diseñando!

sábado, 11 de julio de 2020

Responsabilidad


Queremos un verano al uso. Con noches largas, terrazas, paseos al sol o al fresquito, conciertos, viajes -aunque este año sean por territorio nacional, así ayudamos a levantar la economía-, salidas con amigos… Nos han dicho que la ciudadanía se ha comportado muy bien y todos nos hemos puesto la medalla. Nos merecemos ahora disfrutar del verano. Durante meses nos hemos repetido como un mantra el desgastado “quédate en casa” hasta llegar a creernos de verdad que lo hacíamos por un ejercicio de responsabilidad. Sacrificamos los encuentros con familia y amigos, el trabajo, el ocio... Y todo, aparentemente, para proteger a los más débiles. Así se consiguió frenar la expansión del virus y con ella, puesto que la ciudadanía había demostrado que sabía comportarse bien, empezaron a soltarnos el lazo hasta llegar al ansiado final del estado de alarma. 

¿Y ahora qué? Ahora estamos delante de un espejo y la imagen que refleja es muy nítida: desgastada la pátina de aparente responsabilidad, lo que ahora vemos en él no nos deja demasiado bien parados, nos muestra a todos como niños maleducados que, en cuanto los dejan sin vigilancia, la lían parda. No éramos responsables, sino obedientes. Respondíamos a una prohibición. Y además, somos ”acusicas”, porque la culpa siempre es del otro que no guarda la distancia de seguridad, que no se pone la mascarilla… Así que aniñados, egoístas e inconscientes. 

Hay un refrán muy español, “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Y estamos viendo cómo muchas barbas de nuestros vecinos están siendo de nuevo recortadas. No sé qué más necesitamos para reaccionar. Quizás un poco de sentido común y una pizca de generosidad sean suficientes. Las directrices generales, después de todo, son muy claras y muy sencillas: uso de mascarilla, lavado de manos y distancia social. Es decir, sal, disfruta del verano, pero sé prudente. O, en palabras del poeta Ángel González: “Evita que mañana te deshaga/ todo lo que tú mismo/ pudiste no haber hecho ayer”.