Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo
(Wittgensttein). Por eso es tan importante conocer la lengua, porque la única
manera de poder expresarnos es dominar el rebelde,
mezquino idioma, adueñarnos del vocabulario en sus matices para comunicar
lo que de otro modo es solo maraña de pensamiento, pura intuición inefable. Es
fundamental abarcar los usos y significaciones para defendernos de quienes conocen
la lengua y la utilizan para sus propios fines, de quienes engañan con populismos
y metáforas huecas que etiquetan promesas vacías que nunca podrán ser cumplidas
ni reclamadas. El lenguaje limitado limita el pensamiento, y el conocimiento de
lo que limita la palabra permite la expresión y la comprensión del entorno. En tiempos de prisas y comunicación mediática,
se corre el peligro de dejarse llevar solo por eslóganes publicitarios, de dejar
la política en manos de quien mejor maneje el titular, en negrita, en
mayúsculas, en tamaño grande, pero solo eso, titular. En el desarrollo de las
noticias, en los editoriales, en los manifiestos, en la lectura de los
programas electorales están los matices que retratan las ideologías. Saltárselos
es como restaurar una casa en ruinas cambiando solo la puerta de entrada para
venderla a mejor precio en internet. Sería un error comprarla sin comprobar
antes las goteras, el funcionamiento de sus cañerías, la instalación eléctrica,
la solidez de los cimientos… Etiquetas llamativas para programas
insignificantes, agotados, antiguos.
A veces es al revés. Palabras
sencillas etiquetan significados grandes, arte, empuje, saber hacer. Me gusta
por ejemplo “corto”. Es un adjetivo revalorizado. Está perdiendo su negatividad
para convertirse en género digno. Los concursos de relatos cortos se
multiplican, atraen adeptos. Los festivales de cortometrajes se asientan, ganan
público, tienen su reconocimiento en los óscar, goyas, reclaman espacio en los
cines. Ver cortos es una delicia. Uno puede pegarse un atracón sin miedo al
empacho. Son píldoras que verbalizan el pensamiento, interruptores para la
explosión. En El Puerto podemos disfrutar por tercera vez un finde en corto. Aprovechémoslo. Vamos a
mimarlo para que no se vaya.