Pérdida
Inicié esta columna con una idea que me ha rondado la cabeza esta semana. Todo partía de una conversación con una querida amiga sobre la pérdida y su representación cultural. Nos sorprendía que, a pesar de que la RAE no la relaciona con la muerte hasta su 5ª acepción, la red irremediablemente reconduce la búsqueda de información hacia la muerte y el duelo. Sin embargo, el diccionario antepone la carencia de algo que creíamos nuestro, quizás porque nos pasamos la vida perdiendo. De hecho probablemente crecer es perder. La primera memoria, las risas infantiles, los primeros amores, los libros prestados con ilusión y no devueltos por desidia, las oportunidades que se escaparon, las amistades que extraviamos... Pero también la pérdida de un tren, de una beca, de unas llaves, de un libro, de unas cartas, de un pendiente que atesoraba un recuerdo… Aunque duela, no se puede avanzar sin perder.
Más o menos había escrito estas reflexiones, como ven bastantes obvias, lugares comunes por los que ya hemos pasado, cuando se me bloqueó el ratón del ordenador y reinicié para recuperarlo. Y volvió, sí, pero no el documento, que no se había guardado ni en la copia de seguridad. Pensé que era una señal de que esta semana no tenía nada que decir, pero entonces decidí tomarlo más bien como parte del proceso. Perder lo ya escrito para así tener de qué hablar en este texto que se va escribiendo solo. Porque la pérdida es nuestra cotidianeidad, ya lo cantó Silvio en su particular Ubi sunt? : ¿A dónde va lo común, lo de todos los días?/ El descalzarse en la puerta/ La mano amiga/ ¿A dónde va la sorpresa/ casi cotidiana del atardecer?/ ¿A dónde va el mantel de la mesa?/ El café de ayer…
Así que decidida a acabar esta columna sobre la pérdida, no puedo dejar de referirme al estupendo documental Almudena que presentaron el martes en Chiclana su directora Azucena Rodríguez y el marido de la protagonista, Luis García Montero. La escritora de nuevo presente con sus amigos, su público, su familia. Atrapada o recuperada, no sé, en imágenes mientras cocinaba, reía, amaba… en las palabras de sus seres más cercanos, en los recuerdos que les quedaron de ella. La muerte como la mayor pérdida.
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