Ayer a falta del lunes, lectivo pero que probablemente el grueso del alumnado renuncie a ver como tal, acabaron las clases. Para mí, las últimas de mi vida profesional. Queda evaluar, las reuniones, las tareas administrativas (que no son pocas) pero esa ya es otra historia. No siento alivio sino desconcierto, que se suma a la coincidencia de haber trabajado con mis 3º ESO los tópicos literarios “Carpe diem” y “tempus fugit” estos días. Una cosa es asumir la edad y otra asumir que ha terminado esta relación de años con la adolescencia. Una efímera y apasionante aventura con muchas luces y algunas sombras (mentiría si no confesara que ha sido difícil a veces) pero siempre estimulante, emocionante. Cuesta despedirse de un trabajo que llena tanto porque, por mucho que se piense desde fuera en las vacaciones y en el número de horas semanales en el aula, dar clase es mucho más. Durante 36 años todo lo que leía, veía y escuchaba, tenía una posible repercusión en el aula. Lo habré conseguido o no, pero siempre he creído que mi misión es estimular y “abrir ventanas”. A la curiosidad, al crecimiento, al saber, a la vida más allá de la barriada, a la superación de los obstáculos, pesadas mochilas con el peso de familias desestructuradas, de problemas psicológicos, económicos, médicos…. Un trabajo muy social en el que he aprendido y evolucionado.
Cada persona en un instituto cumple un papel desde su particularidad. Lo he plasmado pintando una enredadera. La acuarela de una efímera y temporal parra virgen que antes de desaparecer cambia su verde vivo por maravillosas tonalidades de rojo. Representa a la clase. Luego la he dividido al azar en marca páginas con fragmentos de ella como recuerdo para mis 3º. Quiero que asuman que hay que aprovechar este momento, no solo para pasarlo bien sino para formarse, abrirse al resto, crecer… para que comprendan que cuando me negaba a expulsar de clase por mal comportamiento lo hacía para que entendieran que formamos un todo con el que hay que convivir, que nuestras acciones afectan a los demás, que somos parte irreemplazable de un puzle. Para que me recuerden. Para regalarles algo material a cambio de todo lo que me llevo...
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