Los listos se cuelan, no ceden el
paso en la puerta ni los asientos en el autobús. Los listos se esconden
cosillas en los bolsillos para no pagarlas cuando van de compras. Los listos
que van en moto adelantan por la derecha y se saltan los pasos de cebra y, si
un señor mayor se lo recrimina, ellos se ofenden y le montan la bronca porque
la calle se ve que es suya. Los listos que van en coche provocan atascos porque
las señales de no bloquear el cruce o los semáforos en ámbar son para los
tontos, te echan de las rotondas porque llevan el coche o el camión más grande
y pitan a los ciclistas porque les parecen molestos. Los listos del super no
hacen cola, esperan acechando a que se abra otra caja y se cuelan rápidamente
los primeros. Los listos defraudan a Hacienda, no pagan la cuota de la AMPA ni
la comunidad y, si pueden, se escaquean cuando toca pagar unas cervezas a
escote o se piden la tapa más cara para aprovechar. Los listos no van a las
reuniones de trabajo, prefieren hacerse los despistados o ponen excusas
inverosímiles. Nunca se ofrecen para un cargo no remunerado en una comunidad de
vecinos o asociación, pero critican a los que se prestan porque para eso están ahí, porque les gusta figurar.
Los listos se pueden confundir con los maleducados, pero no son en realidad de
la misma tribu. Los maleducados carecen de modales, no se los han inculcado
nunca y desconocen lo que antes se llamaba “reglas de urbanidad”, pero los listos saben muy bien lo que “habría”
que hacer, solo que se saltan la norma porque
pueden, es decir, son unos abusones que se aprovechan de la educación y las
buenas maneras de los demás que, para ellos, son los tontos. Es un modo de vida
y, además, parece que muy nuestro, muy latino. Los grandes defraudadores y
corruptos del país son los listos a gran escala y hay tantos porque estamos
acostumbrados a esta forma de sacar provecho propio en todo. Aunque los pillen
a veces, en el fondo estos aprovechones de primera categoría son los héroes de
la mayoría de los españoles que saben que ellos, si pudieran, harían lo mismo. Así,
cediendo el paso, haciendo cola y pagando, estamos quedando cuatro. Los tontos.
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