jueves, 13 de noviembre de 2025
En El Puerto solo las enredaderas
juegan al otoño. La parra virgen con sus rojos y ocres, colores que me
obsesionan. Es su rebeldía antes de claudicar al invierno, aunque la mía lleva
unos años que pasa casi directamente de los verdes al marrón hoja seca. Será el
calor, que cada vez se queda más tiempo. Por eso me gusta hacer alguna escapada
a los castañales del Valle del Genal en Málaga o a Las Alpujarras granadinas.
Este año hemos podido conocer la sierra madrileña, todo un descubrimiento de
sendas, arroyuelos, verdes, amarillos… Resulta increíble tanta paz tan cerca de
Madrid. Rutas sin nadie, niebla mágica de cuento entre árboles altos y
esbeltos, pueblos con sorpresas como Buitrago con su museo Picasso, lagunas de
origen glacial a 2000 metros de altura asequibles con poco esfuerzo,
gastronomía gustosa… Como contrapunto, la gran ciudad con sus museos,
conciertos, exposiciones, ofertas atractivas de ocio, pero también
manifestaciones, protestas, aglomeraciones, atascos, ruido… No me acostumbro a
la indiferencia con la que se pasa junto a los sin techo, cubiertos de mantas y cartones, dormitando a cualquier
hora del día o de la noche; a tanta gente rebuscando en los cubos de basura
para encontrar cualquier resto útil que comer o vender; a las constantes
sirenas de policía y ambulancias; a solitarios con trastornos que vocean sus
demonios a quien no los quiere oír. Nada nuevo, por cierto, ni ajeno. También
por aquí enfrentamos los mismos males a menor escala. Reconozco el mal común en
las calles y en los versos de Raúl Castañeda, un joven y prometedor poeta
social madrileño, encantador, a quien acabo de descubrir con asombro: “Los
chicos de mi barrio pasean por las calles/ buscando inspiración (que no es más/
que un sentido a este día a día), rumbo a una piedra digna de sus tropiezos./
Ambicionan la felicidad y se enganchan a todo/ lo que les escuece.” La lucidez
con la que retrata nuestro tiempo es uno de los tesoros que me traigo de la
escapada. Dice Raúl que “los jefes aprietan las tuercas/ porque las suyas sudan
de ansiedad medicada./ Siempre hay alguien más arriba/ empujando prisas y
exigiendo un resultado/ en menos tiempo”. Contrastes, poesía, esperanza.
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