sábado, 5 de agosto de 2023

Pequeño formato

 


El Puerto vuelve a estar de moda. Se nota en la afluencia de gente en las playas, en la circulación más densa, en la falta de aparcamiento y las colas de los supermercados. Sin embargo, un paseo por el centro entre semana revela que, aunque ha aumentado la oferta de bares y restaurantes, solo algunos de ellos llenan e incluso generan colas de espera a su alrededor. He observado que no es el sitio (a veces el local de al lado o de enfrente está casi vacío), ni la calidad del producto y ni siquiera los precios (se pueden ver en los lugares menos agraciados tablones con reclamo de bebidas y tapas a precios estupendos). Probablemente sea la nueva dictadura de las referencias en internet. Ahora, si se ha abierto un negocio sin publicidad previa, si no se tienen buenos comentarios en los portales de la red, tampoco se consigue clientela. El consumidor prefiere aguardar delante de un bar ruidoso, en un entorno feo, antes que aventurarse en otro más tranquilo del que no sabe nada. Y, si por casualidad lo hace, entrará en el local con desconfianza y observará con lupa cada detalle que no le satisfaga para comentarlo con ensañamiento en las plataformas. Cualquier cosita bastará para caer en la desgracia del local vacío. Estas pequeñas venganzas hacen que ahora, tras la cuenta, camareros y propietarios se acerquen sonrientes a demandar un buen comentario. Por el contrario, la gente llama a la gente y parece que las largas esperas para acceder al interior, una foto de una “celebrity” entre el público y las referencias positivas en redes de “influencers” con tirón, catapultan, al menos durante unas temporadas, a lo más alto.

Pero además de empatizar con quienes no consiguen hacer despegar sus negocios, me disgusta la impersonalidad de las aglomeraciones, el borreguismo de concentrarse en un sitio solo porque está de moda, el comportamiento grosero de la gente en grupos grandes. Coches aparcados a la desesperada estorbando el paso de peatones y bicicletas; bolsas de plástico y botellas vacías arrojadas al suelo; grosería exhibida como bandera… Es una opción, pero yo me decanto por el pequeño formato, un concierto donde se va a escuchar, un bar donde relajarse...


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