domingo, 2 de octubre de 2022

Que al menos llueva


 



Hace unas semanas, Manuel Vicent invitó, en una columna magnífica, a organizar la vida a la carta y no según “el menú que te imponga quien pretenda sacar partido a tu miedo”. “Antes nos amenazaban con el infierno, ahora el infierno se imparte desde los telediarios”, escribía. Su texto, esperanzador, defendía que la vida y la creación siguen a pesar de que a todas horas, desde todos los medios de comunicación parezcan empeñarse en pintarnos un futuro muy negro en el que ya la mayoría creemos. No sé si tenemos datos suficientes para saber los peligros reales que nos acechan. Tal vez en otros momentos de la historia simplemente no había posibilidad de airear como ahora las profecías de desgracias inminentes, pero esta especie de moda de hacer de todo un vaticinio de crisis y hecatombe está empezando a hacer mella. Cada vez me encuentro con más gente que ha decidido no escuchar las noticias de radio, ni de televisión ni de prensa. Gente preparada, reflexiva, leída, que no puede más.

Al mismo tiempo, es habitual empezar a oír voces que advierten del aumento de los casos de ansiedad entre la población. Soy consciente de que hay problemas de sobra y no quiero caer en la frivolidad de relacionar este grave asunto con las tendencias informativas, pero me parece significativo que la población necesite cada vez más evadirse con programas de entretenimiento, reality, vídeos de YouTube y Tik Tok… y deje de lado las noticias.

No se puede vivir con miedo, pendiente de que esta
lle una guerra, suba la prima de riesgo, venga otra crisis, otra pandemia, nos asole la sequía, un asteroide… En el fondo me parece que el efecto es contraproducente: la gente sensibilizada, de a pie, que no puede hacer gran cosa por cambiar la realidad, vive con un nudo en el estómago pendiente de las noticias, pero en otro gran grupo poblacional, lo que se está consiguiendo es provocar un enorme desapego informativo que también entraña un grave peligro. Si nos desinformamos del todo, si damos la espalda a la actualidad, si dejamos de comprometernos, no podremos exigir nuestros derechos ni los cambios necesarios que nos protejan.

Cierto que se está poniendo oscuro, espero que al menos llueva.

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