Zec o el Zoco, como
muchos lo conocen, cierra sus puertas en la Calle Larga a final de mes. Después
de más de dos años aguantando el tirón y proponiendo todo tipo de actos
culturales y creativos, se ven obligados a cerrar. Juan Miguel Selma lo
explicaba sin amargura el viernes después de la actuación de un grupo de teatro
irlandés que llenó la sala. No cierran sintiéndose fracasados o sin ideas. Cierran
porque la falta de público hace insostenible mantener el local abierto. Siguen confiados
en ayudar al despertar cultural y económico de El Puerto pero, por ahora, no
tendrán un espacio donde mostrar sus iniciativas. Con este cerrojazo, el centro
de la ciudad se encoge un poco más. El zoco invitaba a entrar, vendía productos
artesanos y artísticos; organizaba charlas, exposiciones, presentaciones de
libros, debates en pro de la cultura… Impartía talleres de todo tipo a niños y
adultos. Ofrecía un espacio para teatro y los precios de las entradas eran
irrisorios. Servía, además, una copita de vino de bodega de El Puerto o permitía
degustar una cerveza casera, también local, como promoción. Pero, como otros
antes, se ven obligados a cerrar. Entre todos estamos ahogando el centro. Nos estamos
quedando sin ágora, sin espacio de encuentro que dé conciencia al ciudadano de
sí mismo. Estamos dejando la calle Larga (salvo escasas y loables excepciones)
a comercios baratunos de productos fabricados muy lejos, con malos materiales y
en pésimas condiciones laborales. Estamos eligiendo la compra compulsiva en
centros comerciales, un peligroso modelo que nos separa de nuestra condición
latina. Estamos perdiendo autenticidad. Sé lo que es la globalización y lo que
tiene de bueno un mundo hiperconectado. Pero soy sensible a sus peligros. No estamos
obligados a entregarnos del todo. Podemos mimar un poco más lo auténtico para
no perder nuestra autenticidad, mantener la cercanía en el trato, en el
producto. Necesitamos ilusión, intercambio de saberes que no estén hechos en
serie. Sé que estoy mezclando ideas demasiado grandes para una columna tan
pequeña, pero estamos inmersos en un consumo insostenible. Y lo estamos
haciendo como borregos, entregados a “los juegos sin arte”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario