“La
soledad es quizá el momento más ruidoso del día: callan los de
fuera, vuelven los de dentro”. Con esta
cita de Alejandro Palomas me gustaría reflexionar
acerca de un problema creciente
en nuestro país. Me refiero a las enfermedades mentales, incluyendo
las adicciones y otras alteraciones del
comportamiento como los trastornos alimentarios, de
los que las redes sociales son un importante caldo de cultivo y
que afectan especialmente a nuestros jóvenes. Más
de 2,1 millones de personas sufren algún cuadro depresivo, el 5 %
tiene diagnosticada ansiedad. Las
cifras son escalofriantes: 2020 fue
el año con más suicidios de la historia desde que se comenzaron a
registrar en 1906. Cada
día se suicidan en España una media de 11
personas (datos
del INE).
Durante el año pasado se empezó a hablar abiertamente de salud mental, lo triste es que se hiciera porque prensa y redes se hicieran eco de casos de famosos como el suicidio de la actriz Veronica Forqué; las denuncias de la gimnasta Simone Biles y la tenista Naomi Osaka; la publicación de “Por si las voces vuelven”, del guionista y presentador Ángel Martín… Pero el tratamiento de los medios sobre estos asuntos no ayuda ya que simplifican una realidad compleja y caen en el sensacionalismo. En el Congreso, una pregunta sobre la accesibilidad a los tratamientos de salud mental en plena pandemia provocó las risas de parte de los presentes y se oyó el grito de “vete al médico”. El diputado se disculpó después en Twitter, pero la anécdota ilustra hasta qué punto hay necesidad de formación e información en este asunto.
Es obvio que la situación de pandemia ha hecho mella en la población. El miedo, la incertidumbre y la soledad se han instalado en la vida de demasiada gente. No sé si bastan para justificar la ansiedad, frustración e incluso los intentos de suicidio que todos estamos conociendo de cerca, pero quizás hay que aprovechar para reclamar que se inviertan fondos y esfuerzos en atajar tan terrible lacra. Tenemos que desterrar el tabú para que quien la necesite pida ayuda profesional a tiempo. Y hay que asegurarse de que esa ayuda está disponible. Cuando se llega tarde, el dolor que provoca es insoportable.
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